Hijo de Roldan Magno y Oliva, reyes de Francia, hermano del Legendario Roldán, sobrino, pues de Carlomagno. Nativo de Arlés, en Provenza, ejerció el oficio de notario o canciller. Existen dos mitos de origen del culto cristiano a San Ginés. El más antiguo, conservado en el Liber Sancti Iacobi, en un texto fechado en 1243, explica que San Ginés, el mártir de Arlés del siglo III, un día, todavía catecúmeno, se negó a registrar un acta de persecución contra los cristianos. Abandonando su oficio y escondido, pidió al obispo que le administrará el bautismo. Pero este, o por estar impedido por los peligros del momento o porque desconfiaba de la demasiado joven edad del catecúmeno, no se lo administró. Sorprendido por los perseguidores a orillas del Ródano, Ginés trató de huir arrojándose al río, pero fue alcanzado en la otra orilla y decapitado, testimoniando su fe con la sangre. Fue enterrado en la propia Arlés en su iglesia, y que en un momento indeterminado, su cabeza fue trasladada milagrosamente “por mano de ángeles” a Nueva Cartago (España). El segundo mito de origen, está mucho más relacionado con las leyendas tradicionales de la propia Jara, y tiene una génesis claramente relacionada con el culto del monte Miral. Ginés decidió peregrinar a Compostela y en un navío se embarcó. Llegando a orillas de Cabo de Palos, tras una tormenta, en un monasterio de los monjes de San Laures, en la falda del Miral, allí encontró Ginés pan y posada, viviendo como ermitaño en una pequeña ermita, que el mismo se construyo, con la “ayuda de los ángeles”. Murió y a su sepulcro acudieron peregrinos y romeros de todas partes, tanto de los reinos cristianos como de los emiratos árabes, porque Ginés fue venerado como santo por moros y cristianos. Los milagros se sucedieron sin interrupción. San Ginés de la Jara inspiraba gran devoción. Se convierte en el abogado ante todo mal (siglo X). Los vinateros lo nombraron su patrón ya que según estos era protector de las labores campesinas y del campo. También de navegantes, que se encomiendan a él ante tormentas, tempestades y peligros por naufragios. Patrono de los notarios y abogados, por el oficio que desempeño. El día 27 de Abril de 1677 el Cabildo del Ayuntamiento de Cartagena lo proclamó como Santo Patrono de la ciudad por la devoción que durante siglos se le reconoce por toda la zona.